lunes, 23 de abril de 2012

EL TOCADOR

Visión de la obra "el tocador" por Jorge Perna

Vayamos al Tocador. Prodigiosa la yuxtaposición entre título e intención, entre imagen y objetivo, en definitiva, el efecto logrado se enmarca en un todo limitado por un fugaz erotismo descarnado. No es casualidad que el marco que perimetrea la obra con una contundencia vigilante y protectora provenga de ese útil artilugio que nuestra madres y abuelas llamaban "tocador". La pregunta fácil y chabacana que aparece inmediatamente en las mentes vulgares y limitadas es: ¿que se tocaban las mujeres cuando se colocaban ante el tocador?... pero no iremos por ahí y dejaremos esta vía especulativa para mentes inferiores. Nuestra ruta interpretativa ha de ir por caminos más profundos y etéreos. La figura femenina, desdibujada y apenas insinuada, se refuerza de forma definitiva y majestuosa en los pezones eniestos, que proclaman al viento el atributo salvaje de la feminidad independiente. La asimetria de ambos pezones refuerza la sensación de libertad: ¡¡cada uno por su lado!!. Y no conforme con ese grito de libertad algo que recuerda a un tercer pezón se instala en el abdomen reafirmando la estructura general de un Pezonario. Es sintomático, sin embargo, la aparente doble limitación de esta feminidad. Por un lado el marco exterior, del cual ya hemos hablado, pero internamente vemos un segundo enmarcamiento, limitación encorsetada definida por el colgador blanco. Color que también aparece en el collar y pulsera que adornan la descarnada desnudez de la figura. ¿Estamos ante una alegoría de la condición tradicional femenina? ¿De su puereza virginal? ¿De su inferioridad ante el macho protector? Los elementos a favor de esta teoría son evidentes: la protección del doble marco, los adornos clásicos (collar de perlas, pulsera...) que parecen convertir a la figura en mera mujer objeto, el título mismo parece indicar un tratamiento patriarcal de la mujer... Sin embargo la clave de todo la encontramos casi hacia el final de la obra... donde se yergue triunfante el pulsador, el timbre, el interruptor que domina y controla toda la imagen y convierte la sutil ironia inicial en un convencido alegato del clítoris como el arma triunfante de la mujer. ¡¡¡El tocador es ella, siempre ella!!! Ella la que controla la situación y dirige según su voluntad el interruptor de sus deseos, ambiciones y objetivos. Ella como dadora de luz y como reina de las tinieblas..., pero siempre, siempre... autosuficiente

Jorge Perna

SIN SUERTE

HOMENAJE A UN "GARRIRI"

Por los buenos recuerdos de toda una época y en especial a los "Garriris" de Mariscal en aquellos tiempos DE LOS TEBEOS DEL ROLLO.

EL PESO DEL DINERO